En este artículo te vamos a explicar las causas y tratamiento para la periostitis tibial.
Introducción para saber de qué estamos hablando.
Esta lesión es la inflamación aguda del periostio. El periostio es la membrana que cubre el hueso, excepto en lugares de inserción de ligamentos, músculos y superficies articulares. Es una membrana de tejido conjuntivo, fibroso y resistente. El periostio sirve de sostén para las terminaciones nerviosas que inervan el hueso y vasos sanguíneos que lo nutren, de ahí su alta sensibilidad. También fijan tendones y ligamentos. A esta capa se insertan los músculos: tibial anterior, el tibial posterior, flexor común de los dedos y sóleo. Todo esto, será importante para explicar las causas y tratamiento de la periostitis tibial.
La tracción que ejercen estos músculos sobre el periostio són los que causan el dolor. El dolor está localizado en la cara anterior en la zona de la espinilla. También puede estar localizado en la cara posterior (por la acción del tibial posterior y del sóleo). Este dolor puede ser en una o en las dos piernas a la vez.
Síntomas
El síntoma principal es la aparición del dolor al inicio de la actividad física, que puede disminuir con el calentamiento, pero volverá a aparecer con más intensidad cuando se vaya incrementando la actividad. Es una sensación de dolor y quemazón. El dolor acabará provocando una imposibilidad de realizar actividad física y el dolor estará presente a diario caminando afectando a la vida diaria, provocando una alteración de la pisada. Este dolor disminuirá con el reposo.
Causas
La periostitis puede ser causada por varios motivos:
- Superficies duras, terrenos irregulares.
- Mal calzado, mala amortiguación.
- Tracción de los músculos sobre su inserción: cada vez que corremos o saltamos solicitamos el músculo tibial posterior que es el que se encarga de hacer la supinación para orientar el pie y mantener el equilibrio y la postura mientras corremos. Esto provoca una tensión del músculo en un tiempo prolongado. Una vibración continua sobre el pie provoca una tracción que provocará la inflamación. Si hay un apoyo incorrecto, repetitivo y prolongado en el tiempo causará la inflamación.
- Rotación de cadera excesiva que provoca una torsión tibial externa y una hiperpronación.
- Alteraciones biomecánicas: pie cavo, pie plano…
- Sobrecarga de la musculatura de la pantorrilla.
- Traumatismos externos.
- Exceso de entrenamiento, mala técnica de carrera.
- Volver a la actividad después de un periodo de inactividad.
Diagnóstico, la clave para ofrecer un buen tratamiento.
El diagnostico será principalmente con la palpación. En la exploración con la palpación o percusión se produce un dolor intenso y podemos notar la presencia de pequeñas bolitas de inflamación a lo largo de la tibia. Se puede pedir una radiografía para valorar las irregularidades de la membrana interósea o descartar una fractura de estrés (para verificar será a través de un TAC O RM). Pediremos pruebas complementarias para hacer diagnóstico diferencial con una fractura de estrés (el dolor es más agudo, localizado y unilateral) o un síndrome de la arteria poplítea.
Tratamiento
El tratamiento irá enfocado a la disminución de la inflamación y del dolor. A nivel local podemos tratar con la aplicación de frío no más de 15-20 minutos. Habrá que disminuir la actividad de impacto pudiendo substituirla por natación, bicicleta o elíptica.
Podemos realizar estiramientos excéntricos de la musculatura de la cadera, sóleo, gemelos, trabajo de propiocepción, trabajo de descarga de la musculatura y luego trabajo de fortalecimiento y flexibilidad de todos los grupos musculares implicados en la estabilidad del pie. Se puede ayudar realizando un vendaje rígido para disminuir la vibración.
- Automasaje con pelota.
- Descarga con Foam roller .
- Ejercicios de inestabilidad (con bossu, monopodal).
- Movilización con gomas hacia todos los rangos de movilidad resistidos.
- Estiramientos de gemelos, sóleo, isquiotibiales.
A nivel de tratamiento fisioterapéutico también podemos utilizar Indiba, electroterapia o ondas de choque.
Habrá que valorar la causa que ha provocado la inflamación y si es necesario actuar sobre los problemas biomecánicos a través de una plantilla. La vuelta a la actividad debe ser progresiva.
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